La Segunda Oportunidad

Hace un año dos hermanas llegaron a mi consulta para visitarse. Ambas estaban muy unidas aunque eran muy diferentes. La mayor de ellas tenía cerca de los sesenta años y un carácter fuerte y enérgico. La menor, por el contrario, era una mujer frágil e insegura. Venían de lejos pero, según ellas, el viaje les merecía la pena. Eran huérfanas desde muy niñas y la primogénita fue la que sacó fuerzas para criar a la menor. Ésta había formado una familia aunque no era feliz con su pareja. No pudo tener hijos biológicos pero su generosidad hizo que adoptara a dos niños, de los cuales se siente orgullosa. Acababa de abrir un negocio para sacar adelante a su familia y este nuevo reto le causaba mayor estrés e incertidumbre. La mayor no podía soportar ver durante tanto tiempo a su hermana tan demacrada y venía dispuesta, una vez más, a ayudarla y regalarle un tratamiento de rejuvenecimiento facial.

Le propuse un cambio, no sólo de imagen sino también que abordara un tratamiento psicológico.
Hemos de pensar -le dije- que tus potenciales nuevos clientes, tienen que ver a una mujer que irradie alegría –no amargura- e ilusión –no desánimo-. Además le aconsejé que dejara lo malo en el pasado, porque lo que iba a venir, sería mucho mejor.

Cada uno pasamos por diferentes etapas de la vida, y tenemos una manera individualizada de responder emocionalmente a lo que vivimos. Nuestro envejecimiento celular también tiene que ver con la forma de gestionar y controlar dichas emociones.

Bravo por todos aquellos que no necesitan ningún tipo de ayuda ante las adversidades de la vida, olé por ellos. Pero desgraciadamente en consulta suelo ver pacientes que necesitan una “segunda oportunidad”, hacer borrón y cuenta nueva, dar refuerzo positivo para afrontar con buena cara, luz y vida los años que quedan.

He de confesaros que este caso, como muchos otros, lo he vivido con mucha emoción y que cuando escuchas y ayudas al paciente, sus lágrimas son las mías y su alegría y el abrazo final son lo más gratificante de esta profesión. Quiero que veáis el cambio que ha hecho en el primer año. Podéis comprobar, en la foto de después, que la paciente no puede parar de sonreír. ¡SE LO MERECE!

PD:(He tapado la mirada para preservar su anonimato).

rejuvenecimiento facial

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