Lo que realmente importa
Vuelvo motivada de un curso de formación en Madrid esta última semana. No era un curso al uso. Ahora es muy habitual incluir sesiones con “coaches” (motivadores). Se trata de personas muy preparadas que te hacen recapacitar acerca del valor que damos a las cosas que nos pasan en la vida y la importancia que de verdad les damos. Era impactante vernos a los trescientos médicos del auditorio, emocionados con la experiencia de escuchar sus presentaciones.
Esta semana llega a mi consulta un matrimonio. Ella de post-parto del segundo hijo, empieza pronto a trabajar y quiere volver a su figura y peso de antes del embarazo para reincorporarse a su actividad profesional. El marido le acompaña y – de paso- quiere hacerse una puesta a punto para tener mejor aspecto en un nuevo trabajo que le obligará a desplazarse, en solitario, a Madrid y más adelante a Londres. Me alegré por ellos, parecía que la vida les sonreía. Al indagar, sin embargo, en su historia clínica me doy cuenta que él es una persona con un profundo sesgo de tristeza y que apenas sonríe. Anda en la cuarentena y apenas come de día, toma de siete a diez cafés diarios, alcohol y un sinfín de cigarrillos. Me confiesa que, desde una edad temprana, se levanta de madrugada para saciar el hambre que tiene y que desde entonces hasta la actualidad eso le ha servido como desahogo para aliviar la ansiedad diaria que sufre. Además sus hábitos de salud no incluyen ningún tipo de fruta en su dieta así como tampoco un simple paseo diario. Más adelante pude comentar con su mujer la necesidad de que se centraran en bajar la ansiedad que a los dos les estaba comiendo. A ellos y a su convivencia.
De qué te sirve que te creas que te va bien en la vida si no eres feliz. Detrás de los trastornos alimentarios, suele haber un sinfín de frustraciones y un no querer aceptar lo que te pasa. Es importante valorar las cosas buenas que te da la vida, aunque parezcan muy normales de tan obvias: tus hijos, tu pareja, la naturaleza, el viento, el sol, el mar, el tiempo. Si todo esto no lo saboreas ahora, mañana ya será tarde. Es preferible vivir lo realmente importante de la vida. ¡Cuántas cosas hacemos que no son importantes y cuántas dejamos de hacer que sí lo son!. De qué nos sirve a la humanidad haber conseguido alargar la esperanza de vida si los años que vivimos son un “sin vivir”, llenos de tristeza, soledad y ansiedad, anteponiendo siempre el trabajo a una vida saludable. Es verdad que hay muchos casos en que no hay más remedio (y más en los tiempos que corren), pero en muchos otros veo que se vive para trabajar y nada más. Y estaréis conmigo, que esto no es vivir la vida que importa vivir.
Me gustaría poder transmitir a esta pareja lo que de verdad merece la pena, a ver si consigo devolverles la alegría que han ido perdiendo por el camino.
Para ello hay que centrarse en ver la parte positiva, aprendiendo buenos hábitos sociales y afectivos. No sólo de salud, sino hábitos del pensamiento que permitan ir modulando el carácter, orientándolo cada vez más al optimismo y a la actitud positiva. Actitud de alegría e ilusión de compartir con los demás las cosas buenas que nos brinda la vida.
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